CIUDAD DE MÉXICO.- La alimentación ha tomado una relevancia fundamental en la búsqueda del bienestar, y surge la frecuente pregunta sobre qué alimentos elegir. Uno de los temas más discutidos es el consumo de pan, especialmente al intentar discernir si el pan integral ofrece más beneficios que el blanco convencional.
La nutricionista española Sandra Moñino, consultada por Women´s Health aborda estas dudas proporcionando claridad basada en su experiencia y formación. Moñino es autora del exitoso libro Adiós a la inflamación desde donde comparte conocimientos sobre cómo pequeños cambios en la elección de nuestros alimentos, como el tipo de pan, pueden impactar significativamente en nuestra salud.
A través de estas plataformas, comparte su conocimiento en nutrición, subrayando siempre la importancia de elegir ingredientes de calidad, particularmente cuando se trata del pan, un alimento tan básico y presente en muchas culturas.
La conversación sobre el tipo de pan adecuado lleva inevitablemente a discutir las harinas refinadas y su impacto en el organismo humano. Moñino explica que uno de los mayores contrastes entre el pan integral y el blanco radica en cómo cada uno afecta los niveles de glucosa.
Los panes refinados, especialmente aquellos elaborados con trigo, generan picos significativos de glucosa en el cuerpo. Este efecto provoca que el páncreas deba liberar grandes cantidades de insulina para contrarrestar esos picos, lo que lleva a un círculo vicioso donde el azúcar en sangre se convierte en grasa almacenada.
“Las harinas refinadas hacen que acumulemos más grasa”, afirma la experta, señalando la importancia de estos procesos metabólicos en la gestión del peso y la salud general.
Optar por una alimentación consciente implica hacer elecciones informadas, y el pan no es una excepción. Para quienes buscan alternativas más saludables, Moñino sugiere inclinarse por panes hechos con harina integral de calidad.
Recomienda especialmente el pan de trigo, que no solo evita los extremos picos de glucosa, sino que también aporta proteínas y fibra esenciales. Estos tipos de panes integrales contienen todos los nutrientes del grano completo, lo cual los convierte en una mejor opción para quienes desean mantener un control más efectivo sobre su peso, reduciendo al mismo tiempo el riesgo de acumular grasa.
La clave, según Moñino, está en encontrar un equilibrio y asegurarse de que la elección de pan contribuye positivamente a la dieta diaria.
El consumo de pan, a pesar de sus beneficios, debe ser moderado y ajustado a las necesidades individuales de cada persona, según señala Sandra Moñino en Women’s Health. La cantidad ideal de pan a consumir diariamente depende de múltiples factores, tales como el nivel de actividad física y el metabolismo personal. Para aquellas personas que practican ejercicio de manera intensa, una mayor ingesta de pan puede resultar apropiada debido a su gasto calórico elevado.
Sin embargo, Moñino advierte que no se debe basar toda la dieta en el consumo de pan, incluso si se trata de variedades integrales. Explica que aún el pan integral “no deja de ser un cereal que tampoco nos aporta mucho más allá de fibra y alguna vitamina puntual”.
Por ello, recomienda que el pan constituya solo un 10% de la dieta diaria, para evitar desplazar otros alimentos nutritivos que podrían ofrecer una amplia gama de nutrientes esenciales para el cuerpo.
Modificar las costumbres alimenticias puede ser un desafío, pero los beneficios para la salud y el bienestar lo justifican. Sandra Moñino enfatiza que, aunque el pan no es perjudicial para la dieta, no debe ocupar el lugar principal en ella. Recomienda reducir su consumo de manera equilibrada y acompañar las comidas con otras fuentes más ricas en nutrientes, como frutas, verduras, carnes o pescados.
Además, sustitutos y grasas saludables como la palta (aguacate) o el queso de cabra podrían ser consideradas alternativas viables. En sus consejos, Moñino tranquiliza a los amantes del pan, explicando que esta es más una cuestión de costumbre que necesidad, y alienta a las personas a evaluar sus hábitos en función de su salud a largo plazo.