CIUDAD DE MÉXICO.- No hay mayor consuelo que el abrazo de una madre ni recuerdo más duradero que la caricia de un primer amor. Esta necesidad de contacto físico es, según los expertos, una necesidad a lo largo de toda la vida y la explicación está en la secreción de oxitocina.

El contacto físico de una madre con su recién nacido, por ejemplo, hace que aumente los niveles de oxitocina, la hormona del ‘amor’ y hace que se fortalezcan los vínculos entre ellos.

Sin embargo, no siempre un abrazo, una caricia o una palmadita en el hombre tienen la misma repercusión. Hay muchas preguntas sin respuesta en lo que respecta al papel de la oxitocina en las interacciones sociales y cómo esta hormona puede influir y ser influenciada por el cerebro.

Según un estudio de la Universidad de Linköping y la Universidad de Skövde en Suecia, publicado en la revista científica eLife, la clave podría estar en la situación en la que se produce. Para estudiar esto, los investigadores han examinado lo que sucede en el cuerpo cuando sentimos una caricia en distintas circunstancias.

«Vimos que la respuesta de oxitocina del cuerpo al tacto estaba influenciada por la situación: lo que había sucedido unos momentos antes y con quién se produce la interacción. La hormona no funciona como un botón de encendido/apagado, sino más bien como un interruptor de atenuación», dice India Morrison, profesora asociada sénior del Departamento de Ciencias Biomédicas y Clínicas de la Universidad de Linköping.

El experimento con 42 mujeres consistió en que el compañero masculino de la mujer le acariciara el brazo con la mano, mientras se monitoreaba su actividad cerebral mediante imágenes de resonancia magnética funcional.

El experimento también involucró la realización repetida de análisis de sangre para ver si los niveles de oxitocina en la sangre de la mujer cambiaban con el tiempo. La combinación de varias medidas permitió a los investigadores examinar si los niveles hormonales estaban relacionados con la actividad cerebral.

Las mediciones de la interacción social entre la mujer y su pareja se compararon con lo que sucedió cuando, en cambio, un hombre desconocido y no amenazante le tocó el brazo de la misma manera. En la mitad de los experimentos, su pareja fue la primera en acariciarle el brazo, y en la otra mitad fue el extraño. Las mujeres participantes fueron informadas de quién les estaba acariciando el brazo.

«Nuestra pregunta básica era si los niveles de oxitocina serían más altos cuando la pareja de la mujer tocara su brazo que cuando lo hiciera un extraño. La respuesta fue sí, pero solo cuando su pareja fue la primera en acariciarle el brazo», dice India Morrison.

Los investigadores encontraron que cuando su pareja era la primera, los niveles de oxitocina de las mujeres aumentaban durante la interacción social, luego caían y volvían a aumentar cuando el extraño hacía lo mismo. Sin embargo, cuando el extraño la tocó por primera vez, no hubo cambios en los niveles de oxitocina. Y cuando su compañero le acarició el brazo, solo hubo un ligero aumento. Los cambios en los niveles de oxitocina se relacionaron con la actividad en regiones del cerebro importantes para la contextualización de los eventos.

La oxitocina se libera en una variedad de situaciones y tiene varias funciones en el cuerpo.
Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *