ESTADOS UNIDOS.- A sus 58 años, Mike Tyson está a punto de disputar un combate histórico contra el influencer y ahora boxeador Jake Paul, 30 años menor. Más allá del revuelo mediático y toda la polémica generada en los últimos días, e independientemente del resultado final, llama la atención el inmejorable estado físico del veterano. ¿Cómo puede seguir en activo y aspirar al triunfo a pesar de su avanzada edad (desde el punto de vista deportivo)?
En opinión de José Francisco Tornero, experto en Ciencias Biomédicas y Psicofisiología de la Universidad Europea, la capacidad de Mike Tyson para continuar compitiendo en el boxeo a una edad avanzada “puede atribuirse a una serie de factores interrelacionados respaldados por fundamentos científicos”. En primer lugar, “la genética desempeña un papel crucial”.
Según Tornero, es muy probable que Tyson “posea una composición genética que favorece una alta proporción de fibras musculares de contracción rápida (tipo II), lo que contribuye a su potencia explosiva característica”.
Diversos estudios en genética deportiva han demostrado que ciertos perfiles genéticos están asociados con un rendimiento atlético superior y una mayor capacidad de recuperación muscular.
“Esta predisposición genética influye en aspectos como la densidad mineral ósea, la integridad del tejido conectivo y la eficiencia metabólica, permitiéndole mantener su masa muscular y fuerza incluso con el avance de la edad”.
Régimen de entrenamiento
La genética es la base, pero hace falta mucho más para llegar a estar al máximo nivel a una edad en la que la mayoría de los deportistas ya se han retirado hace tiempo. El régimen de entrenamiento es clave y, según el experto en ciencias del deporte, “ha sido meticulosamente adaptado para satisfacer las necesidades fisiológicas específicas de un atleta en edad madura”.
A diferencia de los métodos de entrenamiento de alto impacto y alto volumen utilizados por atletas más jóvenes, “Tyson probablemente ha incorporado prácticas de entrenamiento funcional que se centran en parámetros que a menudo se infravaloran y no reciben la atención necesaria, como la flexibilidad, la estabilidad del núcleo y la resistencia muscular”, precisa Tornero.
En concreto, la flexibilidad es crucial para mantener un rango de movimiento óptimo y prevenir lesiones musculoesqueléticas, ya que, “con la edad, la elasticidad de los tejidos disminuye, por lo que integrar ejercicios de estiramiento dinámico y prácticas como el yoga puede mejorar la movilidad y reducir el riesgo de lesiones”.
Boxeador en el ring
En cuanto a la estabilidad del núcleo, el experto explica que resulta “esencial para la transferencia eficiente de fuerza y para mantener una postura adecuada durante los movimientos explosivos”.
Asimismo, ejercicios como el Pilates y entrenamientos de estabilidad lumbo-pélvica fortalecen los músculos profundos del abdomen y la espalda, lo que es fundamental para un boxeador que busca mantener la potencia en sus golpes.
La resistencia muscular permite al atleta “sostener niveles de esfuerzo elevados durante períodos prolongados, compensando posibles disminuciones en la capacidad anaeróbica asociadas con el envejecimiento”.
Entrenamientos que incorporan el método de intervalos y ejercicios de resistencia con cargas moderadas pueden mejorar la eficiencia energética y retrasar la fatiga muscular.
Tyson no es el único veterano que ha utilizado este tipo de estrategias de entrenamiento para prolongar su vida deportiva en la primera línea. Hay ejemplos en distintas disciplinas deportivas:
LeBron James, aunque más joven, invierte significativamente en su cuidado corporal, incluyendo crioterapia, masajes terapéuticos y entrenamiento de baja carga y alta frecuencia para mantener su rendimiento en la NBA.
Roger Federer, en el tenis, ha adaptado su entrenamiento para enfocarse en la recuperación y la prevención de lesiones, permitiéndole competir al más alto nivel más allá de los 35 años.
Otro aspecto importante que influye decisivamente en la buena preparación física de Tyson es el equipo multidisciplinario que lo rodea, compuesto por entrenadores especializados, fisioterapeutas, nutricionistas, médicos deportivos y expertos en ciencia del deporte.
“El acceso a tecnologías avanzadas para la recuperación y el entrenamiento, como sistemas de monitorización de la carga interna y externa, análisis biomecánicos y herramientas de seguimiento fisiológico (por ejemplo, medición de la variabilidad de la frecuencia cardíaca), permite una cuantificación precisa de múltiples variables de rendimiento”, resalta Tornero.
“Cuantos más datos manejan los entrenadores y el equipo, más efectiva es la toma de decisiones para optimizar el rendimiento y minimizar el riesgo de lesiones”. Esto incluye “el uso de modelos predictivos basados en la carga de entrenamiento para prevenir el síndrome de sobreentrenamiento y ajustar los programas de acuerdo con la respuesta individual del atleta”.
Tornero aventura que, en el caso de Tyson, “es probable que este enfoque integral sea coordinado por un director de rendimiento deportivo o un científico del deporte, quien integra la información de todas las áreas para crear un plan de entrenamiento personalizado”.
Nutrición deportiva
La nutrición es otro componente esencial que influye en la capacidad para seguir compitiendo a edades avanzadas. La clave está, según el especialista de la Universidad Europea, en “una dieta cuidadosamente planificada, rica en proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos omega 3 y antioxidantes provenientes de frutas y verduras, que ayuda en la síntesis proteica muscular, reduce la inflamación sistémica y mejora la función inmunológica”.
Asimismo, seguramente Tyson recurre a una suplementación con nutrientes específicos pautados por el equipo de profesionales que le rodean, “como la creatina y los aminoácidos de cadena ramificada (BCAA), que pueden mejorar aún más la recuperación muscular y el rendimiento físico”.
Técnicas de recuperación
Las técnicas avanzadas de recuperación son otra de las claves. Se basan en “la utilización de crioterapia, terapia de compresión, masajes de tejido profundo y estimulación eléctrica muscular, que puede acelerar la recuperación post-entrenamiento, reducir el dolor muscular de aparición tardía (DOMS) y prevenir lesiones”, indica Tornero. Por ejemplo, “el uso de crioterapia de cuerpo entero ha mostrado beneficios en la reducción de marcadores inflamatorios y el estrés oxidativo en atletas de élite”.
Por último, hay que tener en cuenta el bagaje de Tyson. “No se puede subestimar el valor de la experiencia y el conocimiento táctico acumulados a lo largo de su carrera”. Según su parecer, “la neuroplasticidad y la memoria procedimental permiten a atletas veteranos como Tyson anticipar movimientos y tomar decisiones tácticas con mayor rapidez y precisión, compensando posibles disminuciones en la velocidad de reacción física”.
Este aspecto cognitivo y estratégico “ha sido clave en las carreras prolongadas de otros deportistas, como Roger Federer en el tenis o Manny Pacquiao en el boxeo, quienes han competido exitosamente más allá de la edad considerada pico para sus respectivos deportes”.
La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en el mundo y España no es una excepción. La buena noticia es que hasta un 80% de los fallecimientos prematuros por este tipo de enfermedades se pueden prevenir.
Una de cada tres personas en nuestro país fallecen por una enfermedad cardiovascular. A ello contribuye nuestro estilo de vida, que, según los expertos, influye en gran medida en el riesgo cardiovascular. Sin embargo, si logramos mantener controlados los factores de riesgo, las posibilidades de desarrollar una enfermedad relacionada con el corazón disminuyen considerablemente.
Para prevenir las muertes prematuras por enfermedad cardiovascular son fundamentales pequeños cambios en nuestro estilo de vida, según explica Manuel Anguita, del servicio de cardiología del Hospital Reina Sofía, de Córdoba, y portavoz y expresidente de la Sociedad Española de Cardiología.
Un aspecto básico es el ejercicio físico. Según un estudio de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, es necesario realizar un mínimo de entre 3.000 y 4.000 pasos al día para conseguir una reducción de un 7% del riesgo de mortalidad cardiovascular, lo que equivale a caminar entre 30 y 45 minutos diarios, explica Anguita.
Y por cada 1.000 pasos más que se caminen se obtiene una reducción añadida de otro 7%, según resalta el especialista, de modo que «realizar 5.000 pasos es mejor que 1.000 y 10.000 mejor que 5.000 y así hasta 20.000 pasos pero sabemos que con 3.000 ya se obtiene un beneficio importante».
Otro capítulo fundamental para mejorar nuestra salud cardiovascular y ganar al mismo tiempo calidad de vida es la alimentación. «Es importante evitar el sobrepeso y la obesidad y llevar una dieta sana, basada en los principios de la dieta mediterránea», resume este cardiólogo.
La alimentación debe estar basada en el consumo de:
Frutas, verduras y legumbres diariamente.
Pescado, tres o cuatro veces por semana.
Aceite de oliva.
Frutos secos: unos 20-30 gramos diarios.
Lácteos de forma diaria, sin abusar.
Carne: uno o dos días a la semana, preferiblemente carne blanca.
«Y es importante evitar los alimentos ultraprocesados y reducir el consumo de sal y azúcares libres», añade Manuel Anguita.
Otro pilar fundamental es evitar el consumo de tóxicos, como el tabaco, que acelera la ateroesclerosis, conocida como la enfermedad de las arterias, un proceso de degeneración que ocurre con el paso del tiempo pero que se acelera y adelanta por factores como el tabaco.
También es importante vigilar la salud emocional y evitar el estrés, tanto laboral como acústico, dado que se ha visto que la contaminación y el ruido también aumentan el riesgo de infarto y de enfermedad cardiovascular. Además, se ha constatado la relación entre el insomnio y la privación de sueño y el riesgo de infarto, de modo que dormir bien entre 7 y 8 horas es otro factor que ayuda a mantener un corazón sano.