CIUDAD DE MÉXICO.- Uno de los anuncios más esperanzadores e interesantes de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, fue la creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación, que estará a cargo de la académica Rosaura Ruiz, en sustitución del Conahcyt.

Esta nueva secretaría de Estado debe ser una piedra angular en el desarrollo de México y para posicionar al país a la vanguardia del conocimiento y la tecnología en un mundo donde estos factores son cada vez más cruciales para el progreso y la competitividad.

La creación de ministerios e instituciones dedicados a la ciencia y la tecnología no es nueva. En Estados Unidos la National Science Foundation (NSF) se dedica a promover la ciencia básica y la educación en ingeniería.

China cuenta con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el cual juega un papel central en la planificación y ejecución de políticas científicas y tecnológicas, base del desarrollo industrial presente y futuro del gigante asiático. El enfoque de China ha sido la innovación aplicada, el desarrollo de tecnologías avanzadas para mantener su competitividad global y la generación de talento vinculado a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

Alemania tiene un Ministerio Federal de Educación e Investigación: promueve la investigación científica y la innovación tecnológica; su enfoque es la colaboración entre el sector público y privado, la transferencia de tecnología y el desarrollo de industrias basadas en el conocimiento.

Corea del Sur ha logrado un notable avance gracias a su Ministerio de Ciencia y TIC, el cual ha liderado la digitalización y el desarrollo de tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial y la biotecnología. Su visión ha sido crear un ecosistema innovador que fomente la investigación, la educación y la industria tecnológica.

Brasil fue pionero en América Latina y tiene un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Impulsa la investigación, la formación de recursos humanos, la transferencia tecnológica, la sostenibilidad y la inclusión social. Chile cuenta con la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, y Suecia opera con el Consejo Sueco de Innovación.

En la actualidad, la tecnología en todos sus ámbitos es el pilar para el desarrollo de los países, la competitividad económica y la geopolítica. Las naciones que invierten en ciencia, tecnología e innovación (CTI) están mejor posicionadas para enfrentar los desafíos del siglo XXI, como el cambio climático, la salud, la seguridad alimentaria y la transformación digital.

Tener instituciones dedicadas a la CTI permite a los países diseñar y ejecutar políticas que impulsen el desarrollo científico y tecnológico. Estas instituciones actúan como catalizadores de la innovación, promueven la investigación y el desarrollo (I+D), la formación de talento tecnológico y la colaboración internacional. Además, son cruciales para atraer inversiones en sectores estratégicos y para fomentar la creación de empleos de alta calidad.

Un aspecto meritorio de la nueva SCHTI es la inclusión de las siempre olvidadas humanidades, es decir, las ciencias sociales y las artes. Esta incorporación explícita es esencial para crear un enfoque integral, un conocimiento más amplio de la realidad y contribuir a la construcción de mejores sociedades.

Las humanidades aportan una perspectiva crítica y reflexiva sobre los desarrollos tecnológicos y permiten un entendimiento profundo de los impactos sociales, culturales y éticos de la innovación. La integración de las artes fomenta la creatividad y la innovación interdisciplinaria, esenciales para enfrentar los desafíos actuales y competir entre las naciones.

Para que la nueva Secretaría de CHTI tenga éxito, debe adoptar un enfoque holístico e inclusivo. Es esencial que esta institución se sustente en la colaboración intersectorial (educación, cultura, economía) para involucrar la academia, la industria, el gobierno y la sociedad civil. La secretaría debe fomentar la investigación básica y aplicada, la ciencia pura y las ciencias sociales, la innovación tecnológica y las artes.

El diseño institucional debe ser flexible y adaptativo, capaz de responder rápidamente a los cambios en el panorama tecnológico global. Entre los objetivos principales de la SCHTI deben estar promover programas de financiamiento para proyectos de I+D e incentivar la colaboración entre universidades, centros de investigación y empresas.

Contribuir a mejorar la calidad de la educación en estas áreas, desde la educación básica hasta la formación avanzada, para crear una fuerza laboral capacitada, preparada y crítica de los desafíos futuros.

Asegurar que los beneficios de la innovación lleguen a toda la población, reducir las brechas de acceso a la tecnología y promover la inclusión digital universal significativa.

Invertir en laboratorios, centros de investigación y tecnología avanzada para proporcionar las herramientas necesarias a los científicos, investigadores y emprendedores, quienes deben ser apoyados con becas y recursos para que se dediquen de tiempo completo a estas actividades. Así como establecer alianzas estratégicas con otras naciones, ministerios similares y organizaciones internacionales para compartir conocimientos, recursos y experiencias en CHTI.

La secretaría debe convertirse en un órgano consultivo del gobierno con suficiente presupuesto, que le permita diseñar y ejecutar políticas tecnológicas a largo plazo. Un financiamiento adecuado es crucial para llevar a cabo proyectos de investigación ambiciosos, formar talento, subsidiar a los investigadores y construir la infraestructura necesaria.

El potencial de México en ciencia, humanidades y tecnología es inmenso. Con una fuerte tradición académica, una población joven y una ubicación geográfica estratégica, México puede convertirse en un líder latinoamericano en innovación.

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