CIUDAD DE MÉXICO.- Con su guitarra roja, Saúl Hernández sorprendió al público al aparecer solo en el escenario a las 9:20 de la noche para interpretar «Miedo». Solo él, su guitarra acústica, y una batería eléctrica previamente grabada dieron inicio a un concierto que, aunque inesperado en su comienzo, llegó profundamente entre los asistentes, quienes rápidamente se unieron al canto, conectando espontáneamente con el vocalista de la banda rockera.

Distintas generaciones, jóvenes, niños, adultos, familias enteras cantaron junto a Saúl, demostrando la vigencia del grupo en el corazón de su audiencia. Tras esta interpretación inicial, el escenario se sumió en la oscuridad y la energía del rock mexicano se apoderó del lugar, con la aparición de Diego Herrera, en el saxofón, mientras el resto de la banda se incorporaba gradualmente al show.

El público, tomando protagonismo en medio de un viento que auguraba lluvia, comenzó a cantar «Viento», la segunda canción de la noche, creando un momento especial que Saúl Hernández observó con asombro, reconociendo la fuerza de convocatoria que Caifanes aún posee después de más de tres décadas.

Saúl no pudo evitar mostrar su emoción, mientras el saxofonista tomaba el control de la melodía y los asistentes aplaudían entusiasmados, arropando al grupo en cada canción, coreando de principio a fin.

Con sus fundadores, Alfonso André y Saúl Hernández, así como Diego Herrera, miembro original y que se integró a la banda poco después, Caifanes logró reunir a 65 mil una cifra que evoca las mejores épocas del grupo.

Durante la interpretación de «Antes de que nos olviden», un mensaje se proyectó en las pantallas del estadio: «Cuando todo granadero sepa leer y escribir, México será más grande», un mensaje con la intención de reflejar el compromiso social que siempre ha mantenido el grupo desde su fundación.

Alfonso André se sumó finalmente al escenario para tocar las congas en una versión acústica de este clásico de Caifanes.

«Impresionante, el espectáculo más grande que hemos dado es tuyo. Suceden cosas mágicas en la vida, hoy lo confirmamos. Que Dios te bendiga, banda, muchas gracias», expresó Saúl Hernández, dedicando un aplauso a los presentes.

La naturaleza pareció unirse al espectáculo cuando, al interpretar «Los dioses ocultos», una ligera llovizna amenazó con aparecer, pero finalmente solo quedó en una brisa suave, como si el fervor de los 65 mil asistentes ahuyentara la tormenta.

Todo se intensificó aún más con «Para que no digas que no pienso en ti», canción que hizo vibrar las gradas del Estadio GNP mientras el público saltaba y se movía al ritmo del bajo.

A lo largo del concierto, la banda mantuvo su estilo característico, explorando nuevas melodías para evitar posibles conflictos relacionados con los solos de guitarra creados por Alejandro Marcovich, ex miembro del grupo.

Con «Nubes», Saúl Hernández continuó agradeciendo al público, mientras Alfonso André disfrutaba del momento desde su batería, concentrado y vibrando con cada nota. La noche avanzó con pocos discursos políticos, una característica habitual en los conciertos de Caifanes, pero el mensaje social no faltó.

Saúl Hernández dedicó un momento especial a la lucha contra los feminicidios, invitando a Vivir Quintana a interpretar «Canción sin miedo», un tema que resonó profundamente entre las mujeres presentes.

El show continuó con «Inés», una canción basada en una historia real de una joven que cometió suicidio, y Saúl aprovechó también para visibilizar esta problemática social.

«Un porcentaje de suicidios se presenta entre los jóvenes. Es importante que hablemos de esto, que haya más empatía y comprensión en nuestra sociedad», expresó Saúl Hernández.

Cuando comenzó «Ayer me dijo un ave», la complicidad entre la banda y el público creció aún más. Las luces de los celulares se encendieron, iluminando el escenario y creando un ambiente de profunda conexión, que conmovió a Saúl hasta casi las lágrimas, reflejando la emotividad de una noche que quedará grabada en la memoria de todos los presentes.

Más de dos horas de concierto, desde las 9:20 de la noche hasta las 12:15, fue la extensión del concierto de la banda que no le importó estirar el horario al máximo para disfrutar del show más grande de su trayectoria.

Sergio Arau, otro rockero contemporáneo salió al escenario como el único invitado de la noche para interpretar “Alarma la de Tos”, y después de un recorrido también por un clásico de Jaguares como “Detrás de los cerros” y, «No dejes qué», de la época de Caifanes, el momento final llegó.

Y fue con “La negra Tomasa”, que en su versión alternativa de larga duración, cerró el concierto.

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