CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando un astronauta viaja al espacio, se enfrenta a un entorno completamente diferente al terrestre, de manera que su cuerpo experimenta cambios. Entender como impactan esos cambios en los seres humanos es vital a medida que se planean misiones prolongadas que buscarán llegar a la Luna y Marte en los próximos años.

Tal como indica un artículo informativo publicado en el sitio web de la NASA en 2021 y actualizado en 2024, los investigadores evalúan los riesgos de las misiones a Marte, que se agrupan en cinco peligros relacionados con los factores de estrés que ejercen sobre el cuerpo y se resumen en: radiación espacial, aislamiento y confinamiento, distancia de la Tierra, campos de gravedad y entornos hostiles-cerrados.

Tomando como referencia esos factores, he aquí un listado que enumera cinco maneras en que el cuerpo cambia y se adapta a un entorno completamente diferente:

  1. Mayor radiación
    En el espacio, los astronautas están expuestos a niveles de radiación diferentes y mayores que los de la Tierra, donde la atmósfera y el campo magnético nos protegen de una gran parte de las partículas que componen el entorno de radiación espacial.

De acuerdo con el artículo, la exposición a la radiación en la Tierra se ha relacionado con un mayor riesgo de cáncer y de enfermedades degenerativas, como enfermedades cardíacas y cataratas. En el espacio, los riesgos para la salud de los astronautas se deben principalmente a los efectos a largo plazo.

  1. Mayor aislamiento y confinamiento
    El aislamiento provocado por un vuelo espacial también tiene puede afectar el descanso, como alterar el ritmo circadiano; la motivación; y conducir a trastornos conductuales o cognitivos como consecuencia del confinamiento y la falta de contacto con otras personas.

Por ese motivo, destaca la NASA, “las tripulaciones de las expediciones para permanecer a bordo de la estación espacial son cuidadosamente seleccionadas, entrenadas y apoyadas para garantizar que puedan trabajar eficazmente como equipo durante sus misiones”. La agencia trabaja en este sentido para contrarrestar posibles malestares.

Asimismo, cabe aclarar que los efectos pueden variar dependiendo de la duración y el tipo de experiencia confinada y aislada.

Los astronautas de la NASA Terry Virts (abajo) y Scott Kelly (arriba) en el Laboratorio Destiny realizando exámenes oculares como parte de los estudios en curso sobre la salud visual de la tripulación. Los cambios en la visión de los astronautas que pasan largos periodos de tiempo en microgravedad son un problema de salud crítico que los científicos tratan de resolver mientras la humanidad se prepara para viajar a destinos muy alejados de nuestro planeta.

  1. Mareos y confusión
    La transición de un campo gravitatorio a otro “afecta la orientación espacial, la coordinación entre la cabeza y los ojos y entre las manos y los ojos, el equilibrio y la locomoción”, afirma la agencia estadunidense.

A su vez, adaptarse al campo gravitatorio de otro cuerpo celeste (aterrizar en Marte, por ejemplo) podría ser un desafío, admite el organismo espacial. “Al pasar de la ingravidez a la gravedad, pueden experimentar intolerancia ortostática posterior al vuelo, en la que no pueden mantener la presión arterial al ponerse de pie, lo que puede provocar mareos y desmayos”.

  1. Pérdida de densidad ósea
    Sumado a lo anterior, la NASA explica en su web que, sin que la gravedad afecta al cuerpo cuando está en la Tierra, los huesos que soportan peso pierden densidad mineral. Además, pueden perder masa muscular en microgravedad más rápido. Por este motivo, los astronautas deben seguir la alimentación y la rutina de ejercicios adecuadas.

De igual manera, de no aplicar medidas preventivas o correctivas, “la tripulación puede experimentar un mayor riesgo de desarrollar cálculos renales debido a la deshidratación y a la mayor excreción de calcio de sus huesos”.

  1. Mayor susceptibilidad a enfermedades
    La ciencia ha demostrado que los microbios pueden cambiar de características en el espacio. Además, los microorganismos que viven de forma natural en el cuerpo humano se transfieren más fácilmente de una persona a otra en hábitats cerrados, como la estación espacial.

Sumado a eso, en estos entornos los niveles de la hormona del estrés se elevan y el sistema inmunitario se altera, advierte el organismo. En consecuencia, los astronautas que viajan al espacio podrían verse perjudicados por un aumento en la susceptibilidad a las alergias u otras enfermedades.

Tal como indica la NASA en su sitio web, la agencia espacial “está tomando medidas para hacer frente a todos estos riesgos y trabajando para resolver los desafíos de los vuelos espaciales tripulados con algunas de las mentes más brillantes en sus campos”. Se espera que resultados de las investigaciones brinden más información y sean de gran utilidad para misiones más largas.

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