CIUDAD DE MÉXICO.- En cada una de sus visitas, Garbage ha dado muestras de que le late tocar en México. Más que eso: hay amor. Y, ayer en el Pepsi Center, no fue la excepción. Por el contrario, quedó más de manifiesto: el público, el clima, la comida, la arquitectura, el ambiente, TODO lo que tiene que ver con nuestro país le encanta a los liderados por Shirley Manson y la única forma que tienen de demostrarlo es con su música.

Dicho lo anterior, el de ayer fue un gran concierto. Y decirlo no es mera formalidad. Desde la abridora “Supervixen”, Garbage sonó con una potencia que hizo que le fuera imposible al público quitar miradas y oídos del escenario. Bueno, a decir verdad, mucha de esa atención se debió a la extraordinaria Shirley Manson.

¡Shirley Manson, maldita sea! Una mujer hermosa e imponente. Con sólo aparecer en el escenario, ya tenía al público en la bolsa. Y sí, “aparecer” es lo que mejor describe a la forma en la que la cantante se presentó ayer en el Pepsi Center: ataviada con un pomposo vestido blanco (tan blanco como su tono de piel), Manson fue una “aparición” que, con su voz, llevó a sus encantados fans de vuelta a los 90, para luego aventarlos a los dos miles y después colocarlos en el pesado presente.

Pero no nos pongamos melosos. Para echar melcocha, Shirley Manson, quien entre canción y canción no dejó pasar oportunidad para expresar su amor por México. Y le faltaron palabras. “No sé hablar español, estoy avergonzada”, dijo en una de sus muchas veces que se dirigió al entregado público. “En la Ciudad de México nos sentimos rockstars”, agregó con ese acento escoses que, por veces, parece indescifrable (o quizás era el griterío el que no dejaba escuchar bien lo que decía).

El setlist de ayer comenzó con todo: así como en su primer disco, Garbage abrió con “Supervixen”, para luego dejarse ir con “#1 Crush” y, después, la reciente “The men who rule the world”, para que agarraran aire los que lo echaron todo para entonar los fatalmente sensuales versos “I would die for you, I would kill for you”.

“Special”, “I think I’m paranoid”, “Stupid girl”, “The trick is to keep breathing”, “Vow”, “Only happy when it rains”, “Push it” y “When I grow up”, fueron las esperadas clásicas que sonaron en el Pepsi Center, las cuales fueron acompañadas por temas más recientes, como “Godhead”, “No gods no masters” y “Wolves”. Un set breve, pero contundente, que hasta tuvo cabida para homenajear a una clara influencia de Shirley Manson: Siouxsie and the Banshees, con el cover a “Cities en dust”. Momentazo y vozarrón de la Manson.

¿Y Duke Erikson, Steve Marker y el legendario Butch Vig? Pues claro que ahí estuvieron… como siempre, como el sólido soporte de lo que es Garbage. Pero sobre quien pesa todo el show es sobre Shirley Manson, quien, a sus 57 años (recien cumpliditos), dio claras muestras de que hay materia prima para lo que parece ser el segundo aire de la banda.

Luego de breve encore, el final de la noche llegó con la muy coreada “Cherry Lips”, antecedida de un hermoso y conmovedor “¡Viva México!” de parte de Shirley Manson. Y luego el escenario se llenó de bailarines con máscaras de luchadores, quienes (afortunados) se llevaron los besos y abrazos que la líder de Garbage seguro quería darles a cada uno de los asistentes del Pepsi Center. Hay amor, eso se nota.

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