ESTADOS UNIDOS.- Esta disciplina existe. La presenta el doctor Qing-Li como una nueva medicina preventiva, sin efectos secundarios y con múltiples beneficios: se trata de la medicina forestal.

El doctor Qing-Li es investigador de la Facultad de Medicina de Tokio y un pionero en el estudio de los beneficios para la salud de algo tan sencillo como darse un baño de bosque (shinrin-yoku en japonés).

Sus estudios revelan que pasear por la naturaleza resulta curativo por su potencial para restaurar el organismo, equilibrando la presión arterial, las hormonas del estrés, las funciones de las defensas y contribuyendo a un mejor sueño.

La capacidad restaurativa de rodearse de verde también se constata en los entornos urbanos con zonas verdes y en el interior de los edificios, como veremos.

Si hay un signo que define claramente el estilo de vida actual es el estrés crónico, el vivir con niveles de cortisol que mantienen en constante alerta al sistema nervioso simpático. Síntomas como cansancio, falta de concentración y memoria, tensión en el cuello, las cervicales y la mandíbula, cambios en el peso, problemas del sueño, presión arterial alta, aceleración del latido cardiaco, problemas de la piel, como acné, ezcema o psoriaris, trastornos intestinales, disbiosis, ansiedad, depresión… encuentran mejora con la medicina forestal.

El doctor Qing-Li es pionero en el estudio de cómo beneficia a la salud el contacto con la naturaleza. En 1982, los baños de bosque empezaron a prescribirse en Japón con el objetivo de reducir el estrés y mejorar la salud.

Después, en 2004, se profundizó en la investigación sobre sus efectos en la promoción de la salud y la prevención de muchas enfermedades, y hasta la actualidad el equipo del doctor Qing-Li ha venido aportando numerosos estudios científicos que evidencian lo relevante que es el contacto con la naturaleza para el equilibrio de la salud física y mental.

Pasear por un bosque se presenta como un método para prevenir enfermedades y promover la salud, como evidencian los resultados del equipo de investigación japonés del doctor Qing-Li:

Reduce la presión arterial y la frecuencia cardíaca mostrando un efecto preventivo sobre la hipertensión y las enfermedades cardíacas.


Aumenta las células NK, un tipo de glóbulos blancos que tienen actividad asesina natural (NK del inglés «natural killer»), matando células tumorales o infectadas por virus, lo que sugiere un efecto preventivo ante infecciones y sobre el cáncer.


Reduce las hormonas del estrés, como la adrenalina (actúa principalmente en el estrés mental), noradrenalina (en el estrés físico) y el cortisol (que puede incidir en ambos).

Equilibra el sistema nervioso, aumentando la actividad del sistema nervioso parasimpático, encargado de la respuesta de relajación, y reduciendo la actividad del simpático, que nos pone en tensión.


Previene la depresión, como apuntan los resultados de la prueba Profile of Mood States (POMS), en la que se muestra que el baño de bosque reduce las puntuaciones de ansiedad, depresión, ira, fatiga y confusión, y aumenta la puntuación de vitalidad.


Mejora la calidad del sueño al aumentar significativamente el tiempo de sueño y la sensación de frescura al levantarse.


Aumenta los niveles de adiponectina, una hormona proteica producida específicamente por el tejido adiposo que, cuando hay concentraciones bajas en sangre, se asocia con trastornos metabólicos como obesidad, diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular y síndrome metabólico.


Incrementa el DHEA-S, el sulfato de dehidroepiandrosterona, que es producido por las glándulas suprarrenales y tiene propiedades cardioprotectoras, antiobesidad y antidiabéticas.

Disponer de espacios verdes en la ciudad permite beneficiarse del efecto naturaleza, como si de una «vitamina N» se tratara.

De hecho, el acceso universal a los espacios verdes es una recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indica que debería haber un espacio verde de al menos 0,5 hectáreas a una distancia en línea recta de no más de 300 metros de cada domicilio.

Cumpliendo este requisito se podrían prevenir hasta 43.000 muertes prematuras cada año, según un estudio publicado en The Lancet Planetary Health.

Pasear por la naturaleza es mucho más que hacer un poco de ejercicio, supone una inmersión total en la que intervienen todos los sentidos. Propicia que se active la atención involuntaria, sin esfuerzo, la que permite restaurar nuestras funciones cognitivas, alejar la fatiga mental y el estrés, volver a la calma y al equilibrio.

Incluso cuando se trata de naturaleza simulada, al contemplar una imagen de un paisaje natural, se observa que también contribuye al alivio del estrés y la activación emocional. Por ello, cada vez más, la naturaleza simulada se ofrece como una «receta natural » para mejorar la salud mental y física de las personas que están confinadas en sus hogares, tienen una movilidad limitada o están ingresadas en centros sanitarios.

Todo este conocimiento lo podemos llevar desde el bosque hasta nuestra casa, para disfrutar de ese estado tan saludable en el día a día, en una sociedad con «déficit de naturaleza»:

Vista: ver un paisaje bello, el color verde o el amarillo del sol activa el sistema nervioso parasimpático y tiene un efecto relajante. Ello ocurre si el paisaje es natural y también si se trata de fotos, cuadros, estampados, madera… aunque en distinta medida. Incluso un estudio reciente evidencia que ver flores frescas tiene un efecto de ajuste fisiológico: si se tiene una actividad nerviosa simpática inicial alta, esta disminuye después de la estimulación visual con rosas frescas, mientras que, si la actividad inicial es baja, se produce un aumento.


Olfato: un baño de bosque tiene un efecto similar al de la aromaterapia natural. Al pasear se van respirando fitoncidas, unas sustancias volátiles que provienen de los aceites esenciales de la madera de los árboles y de las plantas, como el alfa-pineno y el limoneno. En casa podemos disfrutar del olor de las plantas y las flores, de los elementos de madera y de los aceites esenciales puros que se usan en aromaterapia. Además, rodearse de plantas promueve el aumento de los iones negativos en el aire, que revitalizan.


Oído: de forma natural, en el bosque se escucha el canto de aves o la brisa en los árboles. En la ciudad, en cambio, dominan los estímulos acústicos que activan las redes cerebrales del estrés. En casa se pueden escuchar los sonidos de la naturaleza mientras se trabaja o simplemente para relajarse.


Tacto: tocar los árboles, abrazarlos, tumbarse en el verde. Elegir materiales y tejidos naturales para decorar el hogar, que nos lleven a la naturaleza, con texturas ricas, que nos aporten al tacto con las manos y al andar descalzos también.


Gusto: desde recoger y degustar unas bayas en el campo, hasta llevar una alimentación basada en productos de la huerta, de temporada y proximidad. Una forma de nutrirse de forma sana y de saborear los frutos de la naturaleza en cada estación.

Dice el filósofo Jordi Pigem que la psicología se hace necesaria en el momento en que nos alejamos de la naturaleza; y el escritor Richard Louv dice en su libro Vitamina N (Faktoría K de Libros) que la «cura» es tan sencilla como pasar más tiempo al aire libre.

Con estas recomendaciones conseguirás cargarte de vitamina N y disfrutar de todos sus beneficios:

Empieza por 30 minutos: visitar espacios verdes al menos una vez a la semana, durante un promedio de 30 minutos o más, se asocia con tasas más bajas de depresión y presión arterial alta. Cuando la frecuencia de las visitas aumenta, se produce una mayor cohesión social. Además, se asocia con una prevalencia aún menor de depresión.


Regla 3 – 30 – 300: un estudio liderado por ISGlobal de Barcelona muestra que las personas que cumplen la regla 3-30-300 cuentan con mejor salud mental, menor uso de medicación y menos visitas al psicólogo. Se trata de ver al menos 3 árboles desde la ventana de casa, vivir en un barrio con un 30% de cobertura arbórea y tener un espacio verde grande en un radio de 300 metros.


3 días – 2 noches: una forma de activar las células NK que protegen contra bacterias, virus y tumores es hacer una escapada a un entorno natural durante tres días y dos noches para disfrutar de baños de bosque. Desde 7 hasta 30 días, se sigue notando el efecto del aumento de la actividad de las NK (natural killer).


5 minutos virtuales: ver imágenes de naturaleza se asocia con una mejora del estado de ánimo. Un estudio muestra que con solo 5 minutos de «ver verde» aumenta la variabilidad de la frecuencia cardiaca, un marcador que indica un mayor control autónomo. Ver imágenes de naturaleza también se ha visto que ayuda a recuperarse después de haber pasado por una situación estresante.

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